
Poco podía imaginar Friedrich Miescher cuando experimentaba con pus y esperma de salmón que sus descubrimientos sobre el ADN servirían algún día para crear un perfume tan único e irrepetible como el patrón de las rayas de una cebra, un perfume sintetizado a partir del propio código genético. Timina para el encuentro, adenina para la seducción, guanina para la batalla y citosina para el recuerdo.
Deje que embotellemos su código genético y le pongamos una etiqueta identificativa personalizada con su signo del zodíaco chino. Deje a los suyos un recuerdo más imborrable y personal que un puñado de cenizas.
Pero si lo que desea es exhalar el aroma nucleótido de Marilyn Monroe o de Edgar Alan Poe, vea nuestra nueva línea
Antiquity, creada en colaboración con un reputado coleccionista de cabellos de famosos*.
*Para la elaboración de este perfume no se ha asesinado a ningún famoso ni se ha violado ninguna tumba.