Cuántas cosas pasamos tú y yo juntos, hijo de puta. En cuántas ocasiones le vimos la cara a la muerte y pudimos contarlo. Cuántas veces nos salvamos la vida el uno al otro. ¿Recuerdas aquella vez que le rajé la garganta a ese moro cabrón tan limpia y silenciosamente como nos habían enseñado? Por la espalda, levantándole con la izquierda la barbilla y corte de oreja a oreja con la derecha. Esperar unos segundos y en cuanto las piernas flojeen, ir dejándolo en el suelo boca abajo como un títere con los hilos cortados. Limpio. Silencioso. Ni un grito, ni una gota de sangre sobre mí. Lástima que la puta de su mujer nos sorprendiera y empezara a gritar como una loca alertando a los vecinos. ¿Tienes idea de qué nos habrían hecho si nos hubieran pillado? Bárbaros, chusma, animales…
En el fondo no me sorprende que te suicidaras. Eras una buena persona, demasiado para llevar uniforme. Yo soy de otra pasta. Tú me dabas paz y yo te libraba de los líos en que te metías por haber tomado una copa de más. No pasa día en que no te recuerde con la pistola en la boca. Te la sacaste un momento, el tiempo justo para decirme “Cuida de ellas, júrame que cuidarás de ellas” con la foto de tu mujer y tu hija en la mano. Después te la volviste a meter en la boca y apretaste el gatillo.
Limpié la sangre de la fotografía y, aunque tú ya no pudiste oírme porque tus sesos estaban resbalando lentamente pared abajo, hice el juramento. Y lo he cumplido.
Tu mujer te lloró mucho, te quería de verdad. Por su propio bien, para que pasara página, le ordené que dejara de mirar tu foto cada noche y, como te juré, cuido de ella. Y cada noche después de hacerla feliz como tú habrías hecho, voy a acunar a mi pequeña. Sí, ahora es
mi pequeña. Tendrías que verla, ya es toda una mujercita. Con esas falditas cortas y ajustadas de color rosa y violeta que apenas cubren sus braguitas de
Hello Kitty, con esos tops que sus tetitas aún no llenan por completo. A veces necesita un poco de mano dura, ya sabes lo rebeldes que pueden ser los niños, pero sé que con los años me lo agradecerá. Bueno, te dejo, mi niña me está llamando para que la acompañe al lavabo a hacer pipí. Después la lavaré bien, la pondré en mi regazo y jugaremos a piedra, papel o tijera. No sufras por ellas, no permitiré que se les acerque ningún indeseable.
Te veré en el infierno, compañero.