domingo, 7 de noviembre de 2010

laura



En octubre de 1868 Laura Jernegan, una niña de 6 años de Edgartown, Massachusetts, partió en un viaje que duraría tres años con su padre, madre, hermano y la tripulación del Roman a la caza de ballenas por el Océano Pacífico. A pesar de su corta edad, se esforzó en escribir un diario en el cual relató su viaje. Dicen que una mujer a bordo trae mala suerte, pero puesto que eran dos, Laura y su madre, aparentemente el viaje transcurrió tan plácido como el de un ballenero cualquiera de la época.


7 comentarios:

Arkab dijo...

Mala suerte, para la niña, habría sido que estuviese de marinero el Dragó; sí, el que se tiñe con Kamfort caoba, oiga. Y ya aprovecho, Helterica mía, que le tengo que preguntar que qué tal es papamóvil, que si es mejor que el ifóncuatro.

Un beso.

Helter dijo...

Pues no le sé decir, Arkab, porque no lo he visto más que en foto. El papamóvil, no el Dragó. Lo que está claro es que el papamóvil tiene mucha cobertura, porque estuvo tooooda la pasma de la ciudad pendiente de él. Y los manguis encantaos, totus suus.

Arkab dijo...

Oiga, Helter, que me acabo de leer lo del Stephen Hawking en El País y viene a confirmar lo que siempre nos había confirmado Harry, o sea, que lo del Papa y la Santísima Tríniti es más mentira que el movimiento de los pedales de la ciclostátic de Falete, que la auténtica verdad es la del señor que tocaba los bongos en una sala de fiestas de carretera. El Harry siempre ha sido un adelantao a su época, no le digo más.

Alberich dijo...

La pobrecita Laura, hoy estaría muy mal vista por los señores y señoras que defienden la cosa de las pobrecitas ballenas que son comidas por japoneses.

Arkab dijo...

Pues yo vi el otro día en el pograma «Andaluces por Noruega» a dos paisanos encantados de comerse a unos fileticos de ballena. ¿Que si me dio mucha pena? Sí. ¿Que si me gusta el carpaccio de carne reno? Pues también, pa qué les voy a engañar.

Harry Sonfór dijo...

Pues claro, Arkab. Lo que me sabe mal es que, aprovechando el viaje, no me haya llamado el papa —que estaba cerca, ojo—, para hablar del tema. Para hablar de varias cosas, pero sobre todo para ver qué hacíamos con Stephen Hawking, que es que es un bocas.

Helter dijo...

Yo no le hago mucho caso al Hawking, pa mí que es un muñeco a través del cual se expresa su enfermera la ventrílocua. Esa sí que es un coco y es muy leída, aunque va algo mal aconsejada.

Buf, Alberich, es que en esa época los balleneros eran ecológicos sin saberlo. Con matar pocas ballenas tenían suficiente y todo lo que les sobraba iba a parar al mar para regocijo de tiburones, marsopas y cangrejos. No como ahora, que las cazan con radar y gps a las pobres. Fíjese que ayer embarrancaron 33 madres ballenas con sus crías en Irlanda...

Mire, Harry, a mí el papa tampoco me ha llamao y eso que pasó muy cerca de casa. Pero bueno, mejor, que hay visitas que importunan más que otra cosa porque no sabes si sacarles un sunny de naranja y unas patatas fritas o qué ofrecerles.