lunes, 14 de abril de 2008

bola de acero, al agujero


Al flipper no se juega sólo con las manos, sino también con el pubis. En el flipper el problema no consiste en detener la bola antes de que sea engullida por el agujero, ni en volver a lanzarla hacia el centro del campo con la furia de un defensa, sino en obligarla a entretenerse arriba, donde las dianas luminosas son más abundantes, rebotando de unas a otras, vagando desconcertada y demente, pero por propia voluntad. Y eso se obtiene no imponiendo golpes a la bola, sino transmitiendo vibraciones a la caja, y dulcemente, que el flipper no se dé cuenta y no salte la tilt. Se puede hacer sólo con el pubis, o más bien, con un movimiento de caderas, de modo que el pubis, más que golpear, frote, manteniéndose siempre más acá del orgasmo. Y si las caderas se mueven como se debería, más que el pubis son los glúteos los que dan el golpe hacia adelante pero con gracia, de manera que cuando el impulso llega al pubis ya está amortiguado, como en la homeopatía, donde cuanto más se diluye la solución, y ya la sustancia casi se ha disuelto en el agua que se ha ido añadiendo poco a poco, hasta desaparecer casi por completo, más potente es el efecto terapéutico. Así es como una corriente infinitesimal pasa del pubis a la caja, y el flipper obedece sin neurosis, la bola corre contra natura, contra la inercia, contra la gravedad, contra las leyes de la dinámica, contra la astucia del constructor que la pensó fugaz, y se embriaga de vis movendi, permanece en el juego por tiempos memorables e inmemoriales. Pero es necesario que sea un pubis femenino, que no interponga cuerpos cavernosos entre el ilio y la máquina, y que en medio no haya materia eréctil sino sólo piel, nervios, huesos, enfundados en un par de tejanos, y un furor erótico sublimado, una frigidez maliciosa, una desinteresada capacidad de adaptación a la sensibilidad de la pareja, un placer en encender su deseo sin padecer el exceso del propio: la amazona debe enloquecer al flipper y gozar de antemano de que después lo abandonará.

Umberto Eco






3 comentarios:

Sr.DelGaS dijo...

Jelter que grande eres, y ese vídeo... me ha puesto to palote vamos... :P

Trikki dijo...

Oiga Helter, que yo antes era un maestro de la máquina de las bolitas. Con cinco pavos de los de antes, estaba jugando toda la tarde, hasta que Jose, dueño de los recreativos Jose, se cabreó por ello y le puso un "tilk" que cuando la mirabas, hacia falta.
En cuanto ejercicio, movimiento de brazos y caderas, creo que el futbolin es más completo.

Helter dijo...

Toma, y el tenis también. Pero el millón no es un deporte, es un juego, y además de con el cuerpo se juega con la cabeza. Amos, que si se te escora la bola hacia el agujero negro, le das un cabezazo al cristal y la salvas.
Ays, yo maestra no soy, pero aventajada alumna de un buen maestro sí. Si Valdano dijo de Romario que era un jugador de dibujos animados, yo digo que Nando es un jugador de millón de dibujos animados.