jueves, 22 de mayo de 2008


“Abogamos por nuestros vientres”, y sus vientres las salvaron, por el momento, de la horca. Antes de que Calico Jack y sus hombres fueran ajusticiados, Anne solicitó permiso para verle. Encadenado, sin afeitar, sucio, con sus antes ricos y pulcros ropajes ahora hechos jirones, buscó en la mirada de Anne algún consuelo que le hiciera más dulce la muerte que veía próxima. Miró aquél vientre hinchado de un hijo suyo y quiso tocarlo, pero la corta cadena de sus muñecas no se lo permitió. “Si hubieras luchado como un hombre, ahora no tendrías que morir como un perro”.

Como hombres lucharon Anne y Mary en la cubierta del Adventure aquél aciago amanecer que sorprendió a toda la tripulación borracha como una cuba. Ellas, por su estado de buena esperanza, hacía ya semanas que no probaban el ron. En vano recorrieron toda la cubierta repartiendo golpes y patadas, incluso mandobles, para despertar y alertar a los marineros borrachos. Las dos solas, espalda contra espalda, mantuvieron a raya durante más una hora al enemigo hasta que ya no pudieron más. El libre vuelo del Adventure había llegado a su fin, y su bandera fue arriada y quemada.

Anne, sentada en el suelo de su celda con los ojos cerrados, oía gritar desgarradoramente a Mary en la celda contigua y recordaba los buenos tiempos. Sus correrías por las tabernas de New Providence, cuando competía con Pierre, el pirata mariquita, por conseguir a los hombres más apuestos. Su desastroso matrimonio, que solo le sirvió para huir de la autoridad de su padre y para cambiar de apellido. Su huida con Calico Jack, y el hijo que perdió. Recordaba la primera vez que se vistió de hombre para poder embarcar con él en un barco pirata. “Adam, eres el hombre más atractivo que he visto jamás, y a fe que he visto muchos”. Recordaba la mirada celosa y recelosa de Jack cuando la sorprendía mirando golosamente a algún marinero. Varios pasaron por su camarote hasta que ya todos en la nave supieron que no era Adam sino Anne, y ya no tuvo que vestirse más de hombre.

Pero todo eso fue después de que Calico se amotinara y arrebatara el control del Adventure a su capitán legítimo. Calico y Anne surcaron los mares al frente de una fiel tripulación gracias a la excelente oratoria del primero y a la destreza en la cama de la segunda. Con la llegada de Mark Ready todo eso cambió. Jack no había visto nunca a Anne prestarle tanta atención a un hombre, y el día que les pilló besándose, su espada a punto estuvo de rebanarles el cuello. Pero Mark no era Mark, sino Mary, y los tres forjaron una alianza todavía más fuerte. Ella les rogó que guardaran su secreto.

Un día el contramaestre, azorado, pidió a Calico hablarle en privado.

- Señor, sé que no os va a gustar lo que tengo que deciros. Esta noche he visto a Bonny y a Read desnudos, besándose, y Read es una... es una mujer.
- ¿Cómo? ¿Que las has visto desnudas besándose?
El pobre contramaestre asintió, temblando.

- ¡Malditas putas! ¡Me juraron que, por lo menos, me permitirían mirar!

Y es que no todos los triángulos son equiláteros. Anne y Mary fueron poco a poco apoderándose del barco y de la tripulación, echaron a Calico de su camarote de capitán para ocuparlo ellas, se reían y cuchicheaban a sus espaldas y se enfrascaban en duelos de amor y de sangre con las tripulaciones capturadas y con sus propios hombres. En cuanto se quedaron embarazadas le apartaron definitivamente de su lado, y todo el ron que ellas dejaron de beber, y más aún, fue a parar al sediento gaznate de Jack, sombra de sí mismo, despojado de toda autoridad, degradado de su rango, anulado como capitán y como hombre. “Si hubieras luchado como un hombre, ahora no tendrías que morir como un perro”.

Calico y sus hombres fueron ejecutados, y sus cadáveres colgados en jaulas a la entrada de Port Royal. Mary murió en su celda antes de dar a luz. Y mientras el gobernador aún estaba pensando qué hacer con Anne, recibió una misteriosa carta.

Si Anne Bonny no es liberada inmediatamente, será mejor que se preparen desde Port Royal hasta Kingston para el trueno de los cañones de mis barcos.


Bartholomew Roberts

Anne salió de la prisión con veinte años recién cumplidos y un vientre de ocho meses, tapándose los ojos del sol con la mano. En el puerto se balanceaba inquieto el Divine Proud, un bonito barco al que había capturado algunos meses antes y a cuyo capitán perdonó la vida, porque sí, por guapo. Horas después zarpaban de Port Royal. Al pasar la nave por delante de la jaula del cadáver de Calico Jack, Anne se acarició el vientre y le susurró: “Cariño, dile adiós a papá”.

10 comentarios:

Harry Sonfór dijo...

Jelter, no sé qué me gusta más, si su serial telefónico o su serie piratona. Ya sé qué me gustaría más aún: Una novela con todo mezclao, mitad de teléfono, mitad de piratas.

Helter dijo...

Teléfono y piratas, no sé no sé... Bueno, intentaré intentarlo.

ludovico dijo...

Parlamentoooooooooooo!

Oiga que mala leche, poner a secar los piratas al sol como bacalaos.

Helter dijo...

Pues no vea lo contentos que se ponían los cuervos y las gaviotas...

Arkab dijo...

Helter quedé el treintiséis. No era strip-póker, pero según me dicen todas las mujeres de mi alrededor compuestas por una única y sola persona, el pabellón quedó bien alto. Yo diría más: en todo lo alto, sí señor. [Ahora mismo tengo detrás a mi señora Pk. echándome pétalos de flor, que se entremezclan por mis lindos cabellos, mientras ella aclama ooooooéeeeee-ooooooéeeeeoooooéeeeee- oé-oé. Algo parece estar celebrando y me consta que no es del Manchester].

Helter dijo...

A ver, que no conozco yo a la Pk y no sé hasta dónde llega su sentido de la ironía, pero me pregunto, ¿no se estará cachondeando de usted? O igual es que quiere que le cambie el coche japonés por una Harley y una chupa a juego.

Trikki dijo...

piticlink piticlink piticlink ¿es ahí el barco pirata?. Que no disparen los cañones que nos vamos a comer y hacer la siesta.

Oiga Helter, que el disco de la sandía knouck-Knouck es toda una delicia.

Helter dijo...

Ya le sacaré una copia en emepetrés, pero le aviso que de tanto escucharlo el vinilo está más rayao que un tigre y suena a huevo friéndose.

Anónimo dijo...

Holaaaaaaaaaaaaa

Helter dijo...

Hola, hola, bienvenid@.