viernes, 20 de febrero de 2009

pecados


¿Fue por lujuria que Adán mordió la manzana que Eva le ofreció? ¿Fue por soberbia que Eva se atrevió a coger la manzana del árbol? Cuando Eva le ofreció la manzana a Adán, ¿la había mordido ya, o esperó a que lo hiciera él para poder decirle "has empezado tú"? ¿Se quejó Adán después de haber mordido la manzana de que ésta era excesivamente harinosa?

Según el jesuita Roberto Busa, los hombres pecan, por riguroso orden de mayor a menor, de lujuria, gula, pereza, ira, soberbia, envidia y avaricia. Las mujeres, de soberbia, envidia, ira, lujuria, gula, avaricia y pereza. Aparentemente, no estamos de acuerdo ni en los pecados.

El estudio no parece dejar espacio a consideraciones del tipo de hasta qué punto se siente más libre o no un hombre que una mujer al confesar sus pecados a otro hombre, o si estos resultados no reflejan más que las infracciones de las que el propio pecador o pecadora se siente conscientemente culpable. También sería curioso saber, desglosado, en qué orden pecan los propios miembros de la curia. Esperemos que en el futuro se publique un estudio más detallado sobre esta candente cuestión que tanto preocupa a la sociedad del siglo XXI.

7 comentarios:

Arkab dijo...

Pues yo creo que este señor cura, a quien el alcalde de Zaragoza tenga en su mente, lleva toda la razón: las mujeres pecan poco o nada de lujuria. Quién si no mejor para una evidencia científica que un cura.

ludovico dijo...

Hoy Arguiñano ha contado un chiste que contradice al jesuita éste. Según él Eva mordió la manzana en el paraíso porque Adán le negó no se qué plátano.

Badil dijo...

Para las mujeres la pereza no es pecao. Ni la gula,que lo que se paga en la tierra tampoco es pecao, por inútil, que no se arregla con penitencia: intente adelgazar con dos padrenuestros y un avemaría y me cuenta.La avaricia tampoco cuenta porque ya se sabe que , de serie,las mujeres venimos con el gen de gustarte las joyas.
A los curas les cuadra que pequemos de soberbia porque siempre querremos estar por encima de nuestro glorioso destino en la vida (más o menos el de un botijo), de envidia y de ira, teniendo hermanas es inevitable. Y la lujuria, ¡amigo!, tener pensamientos impuros era la diferencia entre salir airosa del confesionario o aguantarle al cura siglo y medio de sermón.
Los hombres la lujuria lo primero. Que un macho no deja de ser muy macho aunque esté en presencia de Dios. Que está en todas partes y lo mismo se chiva.
Tremendo estudio, ya lo creo

Trikki dijo...

Oiga, que yo soy más de Dorada a la sal, aunque la Trucha rellena de jamón al papilote (esto es envuelta en papel albal vuelta que te vuelta) tampoco me disgusta, el Mero o pez espada me para seco y el Salmón me cansa bastante, los Lenguados ni fú ni fá, y la Pescadilla la harino antes.Con los pescaitos frítos cometo el sacrilegio de quitarles antes la cabeza.

Perdón, que me he liao, que entre tiburones y delfines, creí leer "pescados".

Por otra parte, tecnicamente, este señor Cura ha vulnerado el secreto de confesión, pero me es divertido pensar en él con una libretita apuntando en el confesionario "uno de gula, una de pereza, marchando dos de lujuria".

Harry Sonfór dijo...

Con el analises de Badil es que ya no hay más que decir.

Anónimo dijo...

y se han olvidado del pecado de omisión, que a su modo zen ocupa una gran presencia en su imaginario.
la verdad, qué bien se vive sin la carga del pecado!! (para futuros análisis cristianosociológicos)

Helter dijo...

Yo ya no me confieso más, que igual le suelto un día a un sacerdote que no he presentado la declaración de la renta y luego resulta que me viene a casa un arcángel inspector.