viernes, 22 de mayo de 2009

johannes

El día que Johannes fue a entrar en la casa tuvo que forzarse a sí mismo para dar el paso que le introduciría completamente en esa enorme pecera oscura y fría. Una criada le guió hasta la que sería su cámara, una cámara fría y oscura en la que no había ni la más mínima concesión a la comodidad ni al color ni a la luz. Era evidente que al magister no le preocupaban esos detalles mundanos. Allí esperó durante horas, en vano, a que le llamara para recibirle. Tuvieron que pasar algunos días para que por fin tuviera un momento para él, y en ese instante apenas pudo articular palabra. Sus ojos no podían dejar de mirar aquella nariz de oro.

Con la mejor intención le habló de las excelencias del cirujano veneciano Gaspare Tagliacozzi, de quien decían que era capaz de recuperar narices y orejas amputados con novedosas técnicas. “Tretas del diablo”, sentenció el magister.

Años después, cuando el magister estaba ya en su lecho de muerte, Johannes pensó en su estudio lleno de pergaminos y papeles con cuidadosas anotaciones de órbitas y elipses. Tal vez había valido la pena esperar. Pero más que curiosear a placer entre las notas que el magister jamás le permitió contemplar en vida, un único deseo le roía las entrañas: ver qué había exactamente bajo esa nariz dorada.

Por fin, cuando le dejaron a solas con el cuerpo, se acercó a él en silencio y pasó su mano sobre los labios muertos. Ni el más mínimo hálito salía de ellos. Ceremoniosamente extrajo la nariz de oro y la dejó sobre la mesa. Acercó una vela al rostro del magister. Contemplando aquél rostro mutilado, Johannes comprendió por qué hay un cráter en la luna con su nombre.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

había un par de libros en la colección austral sobre vidas de grandes astrónomos, allí fue la primera vez que leí sobre los aconteceres de johannes: después periódicamente aparece: hoy me lo acerca usted, ¡brindo por ello!

Harry Sonfór dijo...

Ay, qué historia más bonica.

Helter dijo...

Ah, pues una se apunta a un bombardeo. Brindemos, brindemos, que son dos días. ¡Chin chin!

Trikki dijo...

Oiga, Helter, que yo a lo que venía es a darle ánimos por eso de la final, que a ver si hay suertecilla, pero me intrigan las altas horas de sus post tanto como para preguntarle si no se ha acostao, o es que se acaba de levantar, y ya puestos si sabe si a esas horas los semáforos funcionan igual o están en un permanente ambar intermitente.

Y ya que paso, que yo a este lo conozco, ¡es el Colombiano de la camisa negra¡ ¿A que sí?

Helter dijo...

Mire, el otro día leí que hay gente nocturna y gente diurna. Los primeros nunca ven la hora de acostarse, a las cuatrolamañana tienen los ojos redondos como naranjas valencianas, les cuesta un web levantarse y se pasan el día arrastrándose soñolientos de acá para allá. Acabo de describirme.

En su ciudad lo de los semáforos no sé cómo irá, pero en BCN a las cinco de la mañana los semáforos funcionan perfecta y puntualmente. Otra cosa son los pasos cebra, que los gnomos que se encargan de ellos son unos remolones y no los desenrollan hasta pasadas las seis.

En cuanto a la final, mire, me lo he pasado tan tan tan tan tan tan tan tan tan tan, pero tan bien esta temporada, que casi me parece pecado soñar con la victoria. Me conformo con que sea un partido bonito y disputao, que haya goles y emoción, y si encima gana el barça, ya será la leche.

Harry Sonfór dijo...

Yo venía a confesar que soy de los nocturnos de toda la vida, que como por la mañanas no soy persona al final me busqué la manera para trabajar de noche como los panaderos. He intentando cambiarme el horario miles de veces, pero al final siempre caigo en lo bueno, la noche, con el agravante de que encima los diurnos nos tachan de puteros y malsanos. Pues no se está poco bien madrugando tempranito tempranito, dicen. Pues estarán bien ellos, que servidor, hasta que se templa, le dan las doce del mediodía y ni aún asina.

Harry Sonfór dijo...

Ojo, que hoy me he levantado a las cuatro y media, ojo. Hoy he madrugao tanto que parece que casi no he dormido, si me acosté a la una y pico tras ver la peli sobre Ray Charles. Madre qué salón de casa más bonito que tenía, parece mentira el gusto que tenía con los muebles.

Helter dijo...

El problema es cuando se juntan un nocturno y una diurna, o al revés. Síndrome Lady Halcón lo llaman, y lo sufren todos los vampiros/as que se enamoran de mortales/as. Una pareja así tiene que aprender a gestionar muy bien el tiempo para sobrevivir a los procelosos mares del adulterio.

gregor dijo...

vaya,... y yo que me tenía por bicho raro (más todavía) porque mi santa a eso de las 23 le da un jamacuco, quedase en trance y medio levitando y medio a “arrastrones” acaba en el lecho.. y a mi, es a partir de esas horas cuando me entran ganas de hacer todo lo "hacible" y lo por hacer...al día siguiente siempre acaba diciéndome que soy un descastao y un malandrín por no acostarme al mismo tiempo....vaya, vaya
PD. Helter, por favor me presta la foto del charro por favor, por favor

Helter dijo...

Cómo negarle un favor a tan gentil cucaracha... Coja, coja. La encontré poniendo "charro" en las imágenes de google. Pruébelo y verá cosas curiosas, por ejemplo esta: http://www.botaselcharro.com/Botas_El_Charro.JPG

Aunque supongo que enseñarle botas a una cucaracha es como mentar la soga en casa del ahorcado...
¿Conoce usted las historias de Gilbert Shelton sobre cucarachas?

gregor dijo...

gracias mil...
el problema no son las botas, son los que van dentro ;)...

Gilbert Shelton, sí, sí, me suena, una vez trabajé con el como modelo para "la guerra de las cucarachas"
jajajaja