martes, 11 de mayo de 2010

fugu


Sin ella se convirtió en una catana sin mano que la blandiera, pasó de orgulloso samurai a ronin de mirada perdida. Una armadura vacía y nada más. Al acabar la representación, se dirigió al restaurante y habló un rato a solas con el cocinero.

Tarde, cuando el último cliente hubo salido del local, el cocinero presentó a Bando un plato de carne e hígado de fugu cortado en forma de crisantemo. Bando invitó al cocinero a sentarse a su lado y comer. El cocinero titubeó un instante y después se sentó. Comieron, hablaron, rieron y cantaron hasta que la parálisis entumeció sus músculos faciales. En el acuario un fugu, otra armadura vacía, les miraba fijamente mientras se asfixiaban. El hígado era de su compañera.



5 comentarios:

Anónimo dijo...

a veces creo que entiendo por qué los japoneses se creen superiores.

se les da muy bien el teatro

ludovico dijo...

Buenoooooooooooooooo, ya estará contenta, ya.

miguelgato dijo...

Helter, ¿está usté malita o algo?.
Diga algo que me tiene preocupao, tantos días con el fugu.

Helter dijo...

Es que pillé una indigestión de fugu... Ná, es broma, miguelgato, que entre la resaca de la liga y el curro... Este finde me pongo al corriente.

Harry Sonfór dijo...

¡Ole la Helter que no hay cosa igual!