En el gimnasio del general Francisco Amorós en París, allá por el 1808, se trabajaba con halteras, mazas, tiro de cuerda y flexiones de rodillas. Entre los saltos contaba ya con el salto con pértiga. Utilizaba como aparatos barras de madera horizontales, a veces emparejadas en forma de paralelas, en las que había que trepar, subirse y pasar a pulso, así como voltearse o realizar equilibrios. Introdujo también el salto del potro de madera originario de la Edad Media.
Desde que su alumno Henri Maîtrejean, director del circo Napoleón, inventara el trapecio, se entrenaban juntos en el gimnasio soldados y trapecistas. Pero en el fondo el general despreciaba a aquellas criaturas de circo. Un día otro alumno suyo le presentó a su hijo, a quien entrenaba, un niño larguirucho y algo desgarbado llamado Jules que, en cuanto subía al trapecio, se convertía en un ser elástico y ligero que podía volar.
Poco a poco fue ganándose a Amorós hasta que, después de una magnífica actuación en un parque, éste le dijo que algún día entraría en la historia por la puerta grande y sería famoso en todo el mundo. El general no pudo ver el debut de Jules en el Alhambra Theater, ni cómo inventaba el trapecio volante y otros aparatos, ni cómo viajaba por todo el mundo entre aplausos y piropos. Y sí, Jules pasó a la historia, pero no por sus saltos, sus fintas ni sus acrobacias, sino por su forma de vestirse para actuar. El apellido de Jules era Léotard.
He'd fly through the air with the greatest of ease,
That daring young man on the flying trapeze.
His movements were graceful, all girls he could please
And my love he purloined away.
21 comentarios:
Oiga, pués no marca paquetillo.
Ya estamos... Cuando no puede mirar a las tetas, mira al paquete. ¿No ve que así no hace más que darle la razón al Sr. Ano?
No marca paquete porque los llevaba bien apretaos para evitar la pérdida de velocidad por rozamiento en las volteretas.
Ahí la dao Badil, se vé que no conocía la técnica del calcetín pa haser bulto.
Veo que usté si
Si, la conocía vaya.
Y que aún digan que el saber no ocupa lugar...
No sólo ocupa, sino que hace bulto.
Yo le contaría por que lo sé,pero es una historia de cuñados y la herter me saca las cuchillas. Omítolo.
Va, cuente lo que quiera, Badil, pero diga que se lo ha contao una vecina.
Helter si quiere ponerle perejil a San Pancracio, ya puede usted hacerlo en http://www.san-pancracio.com/. No tiene nada que ver con Jules Leotard, pero le traerá suerte. Corra, corra, no espere más.
Espero que el Sr. Ano no me esté leyendo, pero... eso que sostiene Pancracio con la mano izquierda y que no es un libro, ¿qué es? Ej que me dejao las gafas de ver en casa.
Para su información, señora propietaria de este blogg, es una pluma de oca. Un santo varón muy milagroso. Y espero, qué digo, les ruego, que no hagan chistes fáciles con lo de que tiene pluma.
Oiga, recuerden leer la letra pequeña antes de dejarle el perejil.
Oración a San Pancracio
San Pancracio bendito, tu que fuiste bueno, compasivo y generoso. Acepta este perejil que te pongo para reconocerte y alabarte. Te pido que me acompañes en la vida para que no me falte salud, dinero y trabajo. Te pido también que ruegues a nuestro señor Jesucristo por mí, para que escuche mis deseos y satisfaga mis necesidades.
Hombre, es que dejarle el perejil sólo, que menos que cantarle la oración en forma de Saeta.
¡Dónde vamos a llegar! cualquier día pretenderán confesarse por correo electrónico. Donde estén las velas que se quiten estas jilipolleces.
Diga qie sí, donde esté una buena corrida que se quiten los toros.
Si necesitan perejil no se que hacer con él.¿Sabrá San Pancracio algo de salsa Meri? (o como se llame)
http://picasaweb.google.com/trikky.trikky/SinTTulo/photo?authkey=HIISjGZVSmw#5184645224467538402
Frikki está ud. más tiempo aquí que en su blogg.
(Otia, ha vuelto Fumanchú)
Tiene usted razón Sr. Vico, pero es que Helter es la bombilla fundida de mi habitacón oscura, las "u" de forja entre tabiques que deslizan mi persiana y mi jaque mate en cuatro movimientos...
Trikki, tienes unas plantas muy bonitas. Hay una que, no sé por qué, me recuerda la bandera del canadá.
Tú sabes mejor que nadie las plantas que me he cargado antes de esto.
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