Desde que le viera allí, oteando el horizonte desde la proa de su nave, no podía pensar en otra cosa que en él. Tan bello, tan orgulloso, tan... humano. Se quedó embobada mirándole mientras el barco se alejaba y no se le ocurrió otra cosa que seguirle. Después de todo, ¿qué dejaba atrás? A una madre que nunca la comprendió, a unas compañeras, que no amigas, que simulaban compadecerse de ella pero que a sus espaldas se reían. Cuando se iban de fiesta a las playas y los puertos a seducir marineros con sus cantos, sus acuáticas cabelleras, sus labios de coral rojo y sus hermosos pechos, ella se acurrucaba entre las rocas para que nadie pudiera verla. No había espacio para ella ni en el mar ni en la tierra. Media casta, mestiza, monstruo eran palabras que de pequeña tuvo que acostumbrarse a escuchar. Al crecer ya nadie se atrevía a pronunciarlas abiertamente, pero sabía que las seguían pensando.
Estuvo siguiendo el barco día y noche durante semanas y llegó a conocer las costumbres de aquél que la había embrujado. Cada noche al aparecer la luna, él salía a cubierta a pasear. Unos pasos y se detenía, más pasos, y miraba el cielo. Unos pasos más allá miraba el reflejo de la luna en el agua, se pasaba la lengua por los labios y se complacía en su sabor salado. El mismo sabor salado que ella sentía en los suyos. Lloraba de impotencia y de incertidumbre, y sus lágrimas hacían subir el nivel del mar sin que nadie se apercibiera de ello. Después de todo, ¿qué eran unas gotas más de agua salada en el océano?
Una noche, por fin, reunió las fuerzas necesarias. Esperó a que él saliera de su camarote, cuando la única luz en la noche eran la luna, las estrellas y la débil claridad de los faroles del barco. Esperó a que llegara a proa y entonces saltó ágilmente por la popa. Despacito se le fue acercando. El agua que chorreaba de su piel empapaba la cubierta. Cuando estaba a tan solo a un par de metros él notó su presencia, se dio la vuelta y la vio.
Ella bien sabía que era imposible que él sonriera, que corriera a abrazarla presa de una inesperada pasión. Al menos al principio. Sin embargo, tenía algo que ofrecer que sus hermanas no tenían. No esperaba ver en su rostro esa expresión gélida primero, horrorizada después, ni esperaba su desgarrado grito de terror. Ella intentó imitar los cantos de sus compañeras, esos armónicos sonidos de efecto hipnótico que rendían a los humanos y les hacían caer de rodillas como a un enamorado suplicante. Pero todo lo que salió de su boca fue un repulsivo gorgoteo acuoso.
Cuando él hizo ademán de coger su cuchillo para atacarla ella vio que todo estaba perdido. Le contempló aún un segundo más consciente de que sería la última vez y se lanzó de nuevo al mar.
Nadó, nadó y nadó hasta llegar al mar profundo donde ninguna sirena ni ningún humano había llegado antes. Sacó su cabeza de pez del agua y miró. No había gaviotas ni barcos ni islas. Una nada azul, inmensa, rota solo por los cantos de las ballenas.
Se sumergió tan profundamente como pudo resistir y después volvió a subir a toda velocidad hasta saltar fuera del agua. Echó un último y rápido vistazo al mundo aéreo antes de volver a sumergirse como una flecha y herirse las piernas contra las rocas del fondo. Algunas nubecillas de sangre negra la envolvieron, y rápidamente aparecieron los tiburones. El dolor de sus dentelladas le pareció hasta dulce comparado con el que le había causado ver que aquél a quien adoraba sentía repulsión por ella. Su último pensamiento fue que le quería.
34 comentarios:
Oiga, qué triste, una historia de amor no correspondido. Pero me liao, la chica parece una sirena pero ¿con cabeza de pez y piernas? Eso sí que es un monstruo por más que tuviese hermosos pechos, ¿ o tampoco, sólo sus hermanas ? También es mala suerte, lo pinta tan mal que ya es difícil corresponder.
Imagínese una merluza con las piernas de Marlene Dietrich. Podría haber puesto un cuadro de Magritte (http://images.blog-24.com/690000/691000/691041.jpg), pero entonces ya no tendría gracia ninguna.
El mundo es muy injusto, así no se salvan los problemas inerraciales.
(interraciales)
Oiga, muy bonita la historia, seguro que el hombre no se fijó bién es sus piernas¿verdad?
Eso tiene muy fácil explicación. Admítalo, ¿qué es lo que primero que mira un hombre en una... en una algo-parecido-a-una-mujer? Pues de eso no tenía. Ya no siguió mirando más abajo.
¡¡Las manos¡¡
¡Exacto!
Y antes de que a alguien se le ocurra sugerirlo, esta historia no es autobiográfica. Ni tengo barco, ni me paseo por su cubierta, ni he tenido ningún encuentro en la tercera fase con una merluza con patas.
Oiga, ¿y con el merluzo con patas en camiseta éste de aquí abajo sí? Por cierto, hay que ver qué rollizo que se está poniendo últimamente, ¿se lo han dicho ya? Ojo, que yo no digo que esté gordo, gordo, gordo. No, pero que se le empieza a asomar la lorza un poquico... pues eso ya se lo dejo para su opinión personal.
Uy, si yo creía que nadie miraba tan abajo. Tan abajo de la página, quiero decir.
Usted que es mi farol de poker, mi guía telefónica y mi pastorcillo de Fátima tendría que saber mejor que nadie que el físico para mí no lo es todo. Y si he hecho o dicho algo que así se lo haya hecho pensar, pues lo retiro. A mí si me gusta Went es por inteligente, por buena persona y buen profesional.
Además, no puede negar que el fondo negro de mi siniestro blog le queda perfecto. No sé yo si un fondo de esos de la franquicia del oeste le quedaría tan bien...
Si hubiese usted tenído el encuentro con la merluza la historia tendría otro fin. Que ya le habría usted explicado otras formas de usar las piernas. Sobre todo con tacones de aguja. Afilados a ser posible.
Oiga, ¿no puede poner la foto más arriba?. Es que me ha salido mi lado Guay al verla, y es una lástima perderlo po no darle a la ruedecilla para bajar.
¿Así vale?
Perdón por el tachón.
Vale, Helter, cuando era más joven dije públicamente que sólo sería gay por el cantante de Europe, aquel que tenía una cara de tía que flipas, una voz de tía que flipas, y un pelo de tía que flipas. Lo dije muy bajito.
Este también la tiene, lo cual me hacepensar que a las tías ¡os gustan los tíos con cara de tía¡¡
Trikki,vuelve usted a mirar de forma equivocada
Sí que se ha liao, Badil, sí...
Trikki, si a ti te gusta un tío con cara de tía, eso lo que significa es que te gusta ese tío con cara de tía, y ya está. ¿Te gustan todos los tíos con cara de tía? No. ¿Te gustan todas las tías con cara de tía? Supongo que tampoco. Qué manera de complicarse la vida...
Me acaban deponer en una duda existencial, a ver si voy a ser gay a mi edad.
Por favor, pongan unas tetas que me defina que necesito salir de este sinviví
Unas tetas
Acabo de poner al Went en portada y creo que sí, que al sepia no le va el merluzo. Usted dirá señá Helter. Que conste que he sido bueno y no le he plantado el careto de Ribery. A ver si al menos saco una banderita nueva con él, le doy una oportunidad hasta la noche.
Sí que ha sido bueno, sí, porque entre el merluzo y el Ribery me quedo sin dudarlo un solo instante con el merluzo. Pero de aquí a Panamá. Y banderita tiene ya la mía fijo. Vale, ya la tenía, pero ahora está más, más... está más.
Oigan, el nuevo de arriba ¿no les recuerda a Ronaldinho? Está enblanquiñao y sin dientes, pero hay algo en él que no sé, me lo recuerda un huevo.
Será por las tetas.
Pues no veo yo que tenga tanta cara de tía, pero tú y tu orientación sesuá sabréis, trikki.
Ah, cuán traidora, le menciono a Dinho y ha quitado al barriguitas de famosa... Pero qué malvada puede llegar a ser una mujer si se le «toca» a sus hombres.
Y yo que me preguntaba como quedaría el Bojan con cara de merluzo...
Pero qué manía de mezclar las cosas. Que es futbolista, que no marca goles con la cara (eso ya lo hacía julio salinas). Y tú, ¿cómo quedarías con cara de merluzo? Uy, qué lapsus, si ya la tienes...
Que no, que a las señoras no les gustan los hombres con cara de chica, que lo que les gusta son los hombres con cara de niño. Miller tiene cara de haber estudiado en salesianos, y eso gusta, también de haberse llevado algún capón. Tiene cara también de haber sido un bebé rollizo, de esos tipo Michelín con rosquillas en las piernas y luego haber adelgazado por la cosa de la pubertad. Eso también les gusta. Y luego tiene cara de haber veraneado en un pueblo de esos pequeños que por pasar no pasó ni la guerra y de haber tirado piedras planas al río haciendo la rana bajo la luz dorada de un caluroso atardecer. Eso les gusta también. Ahora sólo tienen que decirles: imaginen, señoras, que están ahí en verano en la orilla del río, hace calor, Went va con una camiseta interior Abanderado modelo imperio talla cadete todra prieta y una espiga de trigo dorada por el sol en la boca, coge una chinilla del suelo y, plas, la tira contra el espejo del río (plach-plach-plach). Went se vuelve y mira con los ojitos entornados.
Ya está ¿ven? eso les gusta. Lo que afirma mi teoría de que a las señoras les gustan los hombres con cara de niño que hacen gestos de niño (de vez en cuando, si hacen gestos de niño todo el rato, malo) y no los hombres con cara de niña.
Harry,..tú si que eres un monstruo
Oiga Harry, que yo de niño jugaba a eso de tirar piedras al río y no se me ha quedado la cara como al tipo ese.
La culpa fijo que de la piedra.(lucía).
Harry, me ha encantao lo del hombre con cara de niño, el río, el atardecer dorado, la piedra haciendo plach-plach-plach y los ojicos entornados. Y fíjese, si me apura, hasta paso del río, del atardecer y de la piedra. Bueno, de la piedra no. La piedra es imprescindible.
¿Ve, Trikki? es la cara de niño. La búsqueda de un primer amor idealizado que se transforma en lo que luego les hace que les guste el Went o, en su momento, Leonardo di Caprio. En todo caso, eso pasa también con muchos varones que buscan rasgos infantiles en las mujeres: frente ancha, ojos muy grandes, nariz corta, labios gruesos. Si a eso le añade unos pechos grandes, eeeer... eso, Angelina Jolie, eso es.
Cuidao, que aparte de la cara de niño hay otras variables. No vale cualquier hombre con cara de niño, no. Que hay niños muy repelentes.
Y lo de la cara de niña, sí, vale, pero a ver quién es el guapo que me niega que las caras de pilingui viciosilla no le molan. ¡Qué tontería, no se me ocurre ningún ejemplo!
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