jueves, 3 de abril de 2008

¿por qué la terraza de Yolanda?


Yolanda cada año celebra una fiesta de cumpleaños en su casa. La primera vez que fui no conocía a nadie. En estos casos, me va muy bien fumar porque me mantiene las manos ocupadas, a veces alguien me pide fuego o un cigarrillo, y ahí ya se rompe el hielo. Pero resulta que en casa de Yolanda no se puede fumar, porque es cantante y alérgica al humo. Así que nada, ajo y agua. Antes del café, vi cómo Mónica cogía paquete y mechero y se escabullía hasta la terraza. Yo cogí los míos y me fui detrás de ella.

La terraza de Yolanda de noche es como una pecera oscura y fresca. Algunas plantas, ropa tendida, y por única luz la que se filtra tamizada desde el comedor. Con la intimidad a la que invitaba el ambiente, Mónica y yo empezamos a hablar. Mónica tiene unos ojos preciosos, azules, de largas pestañas. Iba para cantante, como su padre, pero nunca le ha gustado subir al escenario. Estudió psicología y ahora ayuda a la gente, que es lo que le gusta de verdad. Al rato, la puerta deslizante de la terraza se abrió. Era Pep, el compañero de Yolanda, paquete y mechero en ristre. Pep es un buen guitarrista. Cuando se cansó de ir dando tumbos de un grupo a otro, empezó a acompañar a Yolanda en estándares de jazz y de blues, se enamoró de su voz y de ella y ahora la acompaña también en la cama, aunque con otro instrumento. Se siente un poco frustrado porque para sobrevivir tiene que dar clases a niñatos en lugar de tocar en el escenario con una big band y Yolanda enfundada en un traje de noche negro.

Fueron pasando los minutos y la pecera cada vez estaba más llena de pececitos de colores, todos distintos, cada uno con su voz y con su historia. Al cabo de una hora ya casi no cabíamos en la terraza. Yolanda se había quedado sola en el comedor con cara de pocos amigos, y mientras reíamos con nuestra risa de pez feliz durante la típica ronda de chistes, ella se desgañitaba. No podíamos oírla, pero no era muy difícil leer en sus labios: “¡Eh! ¡Que es mi cumpleaños! ¡Entrad de una vez, o no saco la tarta!”.

9 comentarios:

Trikki dijo...

Tarta, apagar velas, humo, ¡Yolanda, incongruente¡.

Pués si Helter, eso de fumar dá para muchas histórias que los no fumadores no pueden contar, aunque bién pensado igual ellos pueden contar otras durante más tiempo.

ludovico dijo...

Desde quetomamos en casa la determinación de nadie fumara "dentro" nuestras cortinas y visillos se pueden esnifar, ¡qué gusto da! Eso sí el balcón parece un cenicero gigante. En mi célula familiar sólo fuman las féminas mayores de edad, cosas.

Badil dijo...

Estoy a ver si se me ocurre algo que decir... pero lo único que consigo agarrar el paquete y el mechero e irme a entrenar a la ventana. Porque cada día hay más exfumatalibanes. O menos fumadores(vivos)

Helter dijo...

También es cierto que los fumadores tenemos la percepción de la realidad algo... ahumada.
Mi hermano nunca decía que estaba resfriado, decía: "me pasa aquello que no puedo fumar". Y si por la calle alguna chiquilla le pedía un donativo para el cáncer, le daba un cigarrillo. Era muy generoso el chaval.

Arkab dijo...

Me gusta Yolanda y me gusta el macho Kribensis que se ve en el acuario. Tienen pinta de buenos seres vivientes.

Helter dijo...

Pues un día de estos se la presento. Es una fuerza de la naturaleza. Es Lilith, y la quiero mucho. Al kribensis, lo siento, no tengo el placer de conocerle.

Sr.DelGaS dijo...

Pues yo me hubiera quedado con Yolanda e iba a haber flipao :P, a ver si me la presentas Jelter...

Helter dijo...

Bueno, bueno, hablemos de negocios. ¿Cuánto pagan por su número de teléfono?

Sr.DelGaS dijo...

A mi el número me lo roban reina, no lo vendo por dinero :P