Faltaban tan solo algunos días para el cumpleaños de Cedric, y Omar, de vacaciones en Jerusalén, recorrió sus callejuelas en busca de algún regalo digno de su amigo. Sus ojos se detuvieron en la Ouija del escaparate de una tienda de antigüedades. El siguiente recuerdo de Omar es que deambulaba por Jerusalén con un paquete cuidadosamente envuelto en su mochila.
Envueltos en la creación del que tenía que ser su próximo disco, charlar con la tabla se convirtió para ellos en una adicción similar a la droga. La llamaban The Soothsayer, la que habla y calma. La tabla empezó a revelarles historias, nombres, lugares, e incluso llegó a decirles que se oponía totalmente a la realización de su nuevo disco. Puesto que el proyecto seguía adelante, la tabla pasó de las súplicas a las exigencias y amenazas. Durante la grabación el batería abandonó el grupo, el estudio se les inundó dos veces, se les arruinó todo el equipo, Cedric se destrozó un pie, y el ingeniero de sonido abandonó el proyecto debido a problemas mentales y dejando tras de sí un montón de pistas inservibles. Un día la cubierta de la Oiuija se despegó mostrando un mensaje escrito en arameo antiguo que nadie ha podido traducir.
Dicen que hay muchas maneras de cerrar una conexión espiritual: vestir de blanco durante un año entero, rodearse de sal, encerrar el objeto en una caja y pedirle a alguien que la abra para transferir su propiedad y la maldición que comporta, romper el objeto en siete pedazos y rociarlo con agua bendita... o enterrarlo. Omar la envolvió en un paño, buscó un sitio apropiado y la enterró. Cedric le pidió que nunca le revelara dónde a nadie.
Aun así, la maldición parecía no tener fin. Omar se despertaba de madrugada por un extraño impulso para descubrir en pleno apagón que éste solo afectaba a su apartamento, o para ver que los archivos de los temas que había compuesto a media noche se habían evaporado. Llegó incluso a volver allí donde la había enterrado para asegurarse de que nadie la hubiera liberado.
The Bedlam in Goliath se convirtió para The Mars Volta en “el disco que no quería nacer”, y los nombres de sus temas les fueron inspirados o dictados directamente por la Ouija: Aberinkula, Metatron, Ilyena, Wax Simulacra, Goliath, Tourniquet Man, Cavalettas, Agadez, Askepios, Ouroboros, Soothsayer y Conjugal Burns.
Se supone que sigue enterrada... o no.
8 comentarios:
Yo vreo que Omar Rodriguez la desenterró y se la hizo llegar a Michael Jackson.
Anda qué historia más buena, Helter.
Oiga, Helter ¿no le pasa a usted que cuando mira a Cedric Bixler-Zavala le recuerda a Marc Bolan pero como si en lugar de su cara se la hubieran cambiado por la de Miki Nadal?
Trikki, pa mí que se la hizo llegar a Laporta...
Esta historia es puro marketing, pero se la han currao. Y Miki Nadal, y solo porque me lo han mencionado lo admito, es uno de mis sex symbols imprescindibles, sobre todo desde que le oí cantar aquello de "veinticinco mujereeeeees cincuenta tetaaaaas".
Hay una cosa que no comprendo: Este grupo decide ponerse un día un nombre y dicen «oye pues le ponemos Volta por la cosa felliniana y Mars por la cosa marciana». Vale, van a registrar Mars Volta y se encuentran que ya hay un grupo techno europeo, y entonces lo arreglan con un «qué pasa pues; lo arreglamos con The Mars Volta». Es como pa chulo chulo, mi pirulo. Tanta sofisticación para eso. O se equivoca el de la wiki, que también puede ser.
Pues es fácil de comprender: en su día un grupo de techno europeo decidió ponerse un nombre y dijeron «oye pues le ponemos Volta por la cosa felliniana y Mars por la cosa marciana» y luego, si a algún grupo americano se le ocurre poner el msmo nombre, que se pongan el «The» delante y asina no nos confundirán.
Eso debieron pensar, sí, y luego cuidadín, porque si van y se ponen The The Mars Volta, pues se podrían confundir con los The The, que son otros.
Pos si se llegan a poner volta ciclista a España no veas el lío
Pues yo creo que se la quedó Loquillo
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