
En Egipto, en la época ptolemaica, las rutas de camellos pasaban por un templo consagrado a Amón, en la parte trasera del cual los camelleros tenían por costumbre hacer aguas menores. Fruto de esas micciones, en las paredes del templo fue formándose una sal que los sacerdotes llamaron “amónica” o “amoníaca”. Con el tiempo aprendieron a utilizarla y a obtenerla a partir del estiércol de camello y de cornamentas y pezuñas de distintos animales.
Los sacerdotes usaban las sales amoniacales para luchar contra la peste, pero también para entrar en trance y profetizar para los fieles que acudían en las noches de luna llena a consultar el oráculo. Aquellos interesados en conocer su futuro, recibido el permiso del adivino, arrojaban un objeto personal dentro de la piscina sagrada, cuyo fondo estaba lleno de cornamentas de carnero.
El adivino, una vez que el objeto estaba en el interior del agua, interpretaba el futuro a través de los reflejos e imágenes que se producían en el agua que caía sobre la bandeja de piedra. Esta visión se realizaba de manera oculta al peticionario en la pequeña cripta inferior, donde el adivino entraba en trance gracias a los efluvios del amoniaco producido en la piscina. El fuerte olor a amoniaco, conocido como el gas de los dioses, envolvía toda el lugar dando un halo trascendente al oráculo.
Esta piscina sagrada tenía la particularidad de que sus aguas hervían de noche, cuando más frío hacía, mientras que en las horas de más calor permanecían tranquilas. La explicación de este misterio está en las características físicas del amoniaco, que se evapora a -20ºC y condensa a 40ºC.
El adivino, una vez que el objeto estaba en el interior del agua, interpretaba el futuro a través de los reflejos e imágenes que se producían en el agua que caía sobre la bandeja de piedra. Esta visión se realizaba de manera oculta al peticionario en la pequeña cripta inferior, donde el adivino entraba en trance gracias a los efluvios del amoniaco producido en la piscina. El fuerte olor a amoniaco, conocido como el gas de los dioses, envolvía toda el lugar dando un halo trascendente al oráculo.
Esta piscina sagrada tenía la particularidad de que sus aguas hervían de noche, cuando más frío hacía, mientras que en las horas de más calor permanecían tranquilas. La explicación de este misterio está en las características físicas del amoniaco, que se evapora a -20ºC y condensa a 40ºC.
Tua aqua, Ammon cornute, gelida est de die, accedente et recedente eo calescit.
P. Ovidii Nasonis
P. Ovidii Nasonis