En 1640 el padre Sechi vio un vampiro en un cementerio próximo a Florencia y lo espantó con el signo de la cruz. Lo describe dotado de muchas cabezas y de un número extraordinario de piernas, y no dice que lo vio en más de un lugar al mismo tiempo. El buen hombre venía de cenar y explica que si no hubiera estado “pesado de comida”, habría atrapado al demonio contra todo riesgo. Atholston relata que unos robustos campesinos de Sudbury capturaron un vampiro en un cementerio y lo arrojaron en un bebedero de caballos. (Parece creer que un criminal tan distinguido debió ser echado a un tanque de agua de rosas). El agua se convirtió instantáneamente en sangre “y así continúa hasta el día de hoy”, escribe Atholston. Más tarde el bebedero fue drenado por medio de una zanja.
A comienzos del siglo XIV un vampiro fue acorralado en la cripta de la catedral de Amiens y la población entera rodeó el lugar. Veinte hombres armados con un sacerdote a la cabeza, llevando un crucifijo, entraron y capturaron al vampiro que, pensando escapar mediante una estratagema, había asumido el aspecto de un conocido ciudadano, lo que no impidió que lo ahorcaran y descuartizaran en medio de abominables orgías populares. El ciudadano cuya forma había asumido el demonio quedó tan afectado por el siniestro episodio, que no volvió a aparecer en Amiens, y su destino sigue siendo un misterio.
4 comentarios:
http://www.youtube.com/watch?v=otPyEsObI1M
Pesado de comida, pesado de comida, ¡bah¡. Eso se lo dirán a todos.
Hola, Sr. Anónimo. ¿Es usted el mismo Anónimo que pasaba por aquí, o es un Anónimo distinto?
Trikki, a usted que sé que le gustan estas cosas, déle al enlace del final de la entrada, a Diccionario del diablo, y lea.
Sr. Coll, no era usted tan original e ingenioso como creíamos...
El diccionario del diablo es un libro bien divertido, sí. Tiene poco de diabólico y mucho de mala baba y de crítica a la sociedad norteamericana del momento. Tiene casi 100 años pero resulta muy actual. Otro libro divertido es el Diccionario Infernal, de Collin de Plancy, que también tiene su punto guasón y canalla aunque los esotéricos sigan pensando que es un libro serio.
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