jueves, 10 de julio de 2008

natalie


Érase una vez una princesa de nombre Natalie. Realmente no era una princesa, para lo cual sería condición imprescindible que sus padres fueran reyes. Pero todas nacemos princesas hasta que crecemos y dejamos de serlo.

Natalie vivía en un bonito ático desde cuya terraza podía contemplar en primera fila la puesta de sol y desde donde casi podía tocar con los dedos las torres de Santa María del Mar. Un ático de dos habitaciones y baño perfecto para una sola persona, pero Natalie, que siempre tuvo complejo de madre pata, lo compartía con sus dos hijos de 2 y 7 años, dos gatos, un perro y sus plantas. Cierto que el calor en verano era insoportable, cierto que eran cinco pisos de altos y estrechos escalones sin ascensor, cierto que nubes de moscas escogían su terraza para retozar, cierto que no podía pagar el agua y la cogía de la cañería principal de la casa con un tubo de goma, cierto que tenía el contador de la luz trucado porque no podía pagar la electricidad que consumía. Cierto también que sus únicos ingresos procedían de las escaleras y los pisos que fregaba. Cenicienta por lo menos tenía los gastos pagados y no tenía dos hijos que mantener.

Un día el propietario del edificio decidió no renovarle el contrato. Benestar Social le dijo que no se preocupara, que para entonces le habrían concedido un piso de protección oficial. Pero para ello el propietario tenía que amenazarla con el desahucio. Así que Natalie dejó de pagar el alquiler, aunque ingresaba el dinero en una cuenta por si fuera necesario, solo para que el propietario la amenazara con echarla por falta de pago, caso único en el cual Asistencia Social podía actuar. Le prometieron un piso para el mes de julio, mes en el cual debía abandonar la que había sido su casa durante más de diez años.

Un día de ese mes de julio, Natalie recibió una carta de Benestar Social donde le decían que, sintiéndolo mucho, no podrían concederle un piso hasta el mes de septiembre. Aunque le aseguraban que el propietario no podría echarla. Al día siguiente recibió la notificación oficial de desahucio. Tenía 24 horas para empaquetar diez años de vida en cajas, y llevárselas. Benestar Social no pudo ni siquiera facilitarle la mudanza. No se puede contratar un servicio de mudanzas en menos de 24 horas.

Su ex sólo pudo ayudarla durante algunas horas, porque la orden de alejamiento que pesa sobre él a causa de los malos tratos a los que sometió a Natalie le impedían estar allí para ayudarla cuando llegaran los mossos, el secretario judicial y el forense. Sí, los forenses no están sólo para examinar cadáveres como en un episodio del CSI. También están para certificar, si se ha alegado que la pequeña tiene fiebre para evitar el desahucio, que la niña no tiene fiebre y que el desahucio en cuestión cumple todas las formalidades legales.

3 comentarios:

ludovico dijo...

Parece que estamos todos agazapaos a ver quien rompe el hielo. Una de cal y otra de arena. ¿Ésto qué es para contrastar con lo del Otto? Me ha recordado a la canción de Serrat.

Miranda dijo...

Que hijaputada!

Que sensación de acoso y derribo.

Pobre mujer.

Lo siento mucho, espero que pueda salir de esta.

Beso.

M.

Trikki dijo...

Pues la verdad, no entiendo que tenemos que cepillarnos a Otto y no a Natalie por no marcar el número de un abogado en su momento.