Cuando era pequeño, el abuelo me llevaba cada día al colegio y por el camino me hablaba de sus viajes. Si pasábamos por un tramo a pleno sol, me hablaba del desierto y la calle se convertía en un desierto donde las jardineras eran oasis y las fuentes públicas la salvación. Si la pendiente era de subida, me hablaba del Himalaya y del yeti y me lanzaba una cuerda invisible para agarrarme y poder subir. Si llovía, me hablaba de la jungla y de los grandes lagos y me ayudaba a saltar los charcos porque yo no tenía botas de goma como los demás chicos. Después me hablaba del lago Titicaca, y yo me reía y le decía que ese nombre no existía, que se lo había inventado.
- ¿Por qué mamá no me lleva nunca al colegio?
- Tu madre no puede llevarte porque... porque... no tendría que decírtelo... Es que tu madre es un hada, y las hadas siempre andan muy atareadas.
- ¡Venga ya!
- ¿Ves? No tenía que habértelo dicho.
A veces el abuelo me hablaba de su máquina del tiempo.
(continuará...)
4 comentarios:
¡Aagg! no por favor, Helter, otra vez en ascuas con sus entregas.
Can de mor, no puido ¡cobarde!
Se sufre, ¿eh? ¿eh? Vaaaa, que esta vez solo son tres.
Pos me han sabido a poco...
Y yo que me alegro, reina, muchas gracias.
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