No importaba quién la hubiera liberado, la iguana se había ido, había vuelto a sus matorrales nativos, reptando y ¡oh, con cuánta gratitud estaría respirando ahora! Y ella también estaba agradecida, pues de una manera igualmente misteriosa el lazo asfixiante de su soledad también había sido cortado por lo que le acababa de ocurrir esta noche en esta cuesta yerma sobre las aguas gemidoras.
La noche de la iguana, Tennessee Williams
4 comentarios:
Ay, cómo me gusta esa peli. Ay.
a mí me han gustado mucho las fotos de la señora Graciela, sí.
Mas vale que no les de por hacer caquitas a todas las iguanas a la vez.
Es bonica la peli, sí. Me acordé de ella después de ver la foto de Graciela.
Miguelgato, eso debe ser un riesgo asumido para una señora de las iguanas. Ya se sabe que quien con iguanas se acuesta...
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